Misterio del vagabundo by Enid Blyton

Misterio del vagabundo by Enid Blyton

autor:Enid Blyton [Blyton, Enid]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Aventuras, Juvenil
editor: ePubLibre
publicado: 1958-12-31T16:00:00+00:00


Capítulo XIII- Dos nuevos visitantes llegan a la posada

La señorita Pi se acercó a la «roulotte» justo en el momento en que los cuatro niños se disponían a salir. Echó una mirada severa a Chatín, temiendo que todavía estuviera vestido con aquellas ropas andrajosas que le asemejaban a un vagabundo, pero Chatín llevaba puesto el bañador, y las prendas que había comprado en la tienda de la señora Jones estaban echadas encima de una de las camas.

—Oh…, tira inmediatamente todo esto, Chatín —dijo la señorita Pi—. Mira, aquí tienes tu ropa limpia y planchada. Será mejor que te la pongas en seguida.

—Oh, ¿no podría ir a comer con el bañador? —preguntó Chatín—. ¡Estoy tan a gusto y tan fresco!

—¡No, desde luego que no! —dijo categóricamente la señorita Pi—. Diana, ¡qué morena te estás poniendo! ¿Qué tal habéis pasado la mañana en la playa? Supongo que el agua debía estar deliciosa.

Salieron las dos en dirección a la posada, charlando animadamente. Entretanto Nabé había estado reflexionando seriamente y de pronto se volvió hacia Roger y Chatín para decirles:

—Se me ocurre una idea. No estaría mal que esta tarde nos diéramos un paseo hasta el muelle de los pescadores y ver si podemos localizar a ese Morgan «el Cojo». Con un poco de suerte, hasta podríamos hablar con él…, y… Bueno, lo cierto es que me gustaría ver qué aspecto tiene el tipo ése —continuó diciendo Nabé mientras sus dos amigos le escuchaban llenos de interés—. Si el hombre está por allí de tertulia con otros pescadores y podemos meter baza, a lo mejor averiguamos algo del asunto en que está metido.

—Buena idea —dijo Chatín al instante—. ¿Has oído esto, «Ciclón»? Esta tarde daremos un paseo por la playa y el muelle.

«Ciclón» se puso loco de contento al oír esto, y empezó a dar vueltas por la «roulotte» a una velocidad increíble, saltando de una cama a otra y ladrando como un poseso.

—Pues verás, «Ciclón» —dijo Nabé—. Siento decepcionarte, viejo amigo, pero esta tarde no podrás venir con nosotros.

—¿Y por qué no? —preguntó Chatín, asombrado.

—¡Usa un poco tu cerebro! —dijo Nabé—. Si el chico que te dio la carta anda por allí, reconocería en seguida a «Ciclón» y aunque tú ya no lleves el bañador de esta mañana, probablemente te reconocería también si te veía acompañado de «Ciclón». En cambio, sin «Ciclón», y vestido con ropas decentes, lo más seguro es que no te reconozca.

—A «Ciclón» no le gustará quedarse aquí solo, viendo que todos nos vamos de paseo —dijo Chatín, preocupado—. Y ladrará hasta desgañitarse. Lo que más odia en el mundo es que le dejen encerrado y sin compañía, ¿comprendes?

—Bueno, podríamos hacer otra cosa; decirle a Diana que se quede con la señorita Pi esta tarde, y que se lleven de paseo a «Ciclón» sin perderlo de vista ni un instante —dijo Nabé—. Decide lo que prefieras, esto o quedarte tú con él, Chatín.

—Oh, a «Ciclón» le encantaría quedarse con Diana, si a ella no le importa —dijo Chatín, que no tenía el menor deseo de renunciar a su proyectada visita al muelle de los pescadores—.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.